Alquiler de barcos en Milazzo · Lagoon 380 — Miragua (2012)

Las banderas rojas aparecieron el día antes de nuestro viaje programado. La lluvia estaba en el pronóstico. Fuerte lluvia con relámpagos. El tipo de clima que hacía que los marineros sudaran el sudor frío del pánico. Y, sin embargo, Carlo, el hombre alegre y despreocupado de las fotos, parecía feliz como una almeja y fresco como un pepino, incluso cuando el mar se volvía más embravecido y nuestro día planeado parecía estar condenado al fracaso. No hay mensajes con ofertas para cancelar, reembolsar o reprogramar. Así que tomé la iniciativa y me puse en contacto. Acordamos retrasarlo un día. El costo: 100 euros porque ahora era un viaje de 'fin de semana'. Dato: En Italia, los fines de semana empiezan el jueves por la noche. Conocimos a Carlo en Positano. Para nuestra sorpresa, también conocimos a la que parecía ser su novia, a pesar de que Carlo dijo que vendría solo. Está bien, pensé. Cuanto más, mejor. Otra mano en el bote no podría lastimar. Bueno, resultó que tampoco ayudó particularmente. Cuando partimos para Capri, le preguntamos poco al capitán oa su segundo. Todos se instalaron, disfrutaron de las vistas, hablaron en voz baja. Algunos de nosotros abrimos un poco de cerveza y vino, dejamos que la belleza natural nos envolviera. Aproximadamente una hora después, Carlo se dirigió al frente del bote para informarnos que nos acercábamos a una pequeña isla privada que una vez perteneció al famoso bailarín ruso Rudolf Nureyev. "¡Solía bajarse los pantalones y orinar en esa roca, en el mar!" Carlo exclamó con alegría contenida. A todos nos pareció bastante divertido. No mucho después de esta pequeña trivia, alguien le pidió ayuda a Carlo con la cafetera. Dijo que serían unos minutos. Pasó aproximadamente media hora, y me abrí paso desde la parte delantera del bote hasta la parte trasera, para revisar las cosas y golpear la cabeza. Para mi sorpresa, Carlo estaba tomando café. Aparentemente, la máquina de café espresso de un solo corte solo se podía usar una vez por viaje. El misterio de por qué la cafetera estándar mucho más grande que se encuentra en el mostrador no se podía usar nunca se resolvió. No hay café para nosotros. A las dos horas de viaje, junto con uno de los otros que habían estado bebiendo cerveza y vino, me encontré con la siguiente gran bandera roja. Todavía estábamos lejos de la isla de Capri. En nuestras comunicaciones con Carlo, había especificado un viaje de 2 horas, lo que nos permitía recorrer la isla y aún tener tiempo para visitar la gruta azul. Aturdido por mi delicioso zumbido del mediodía, le pregunté "¿vamos a poder visitar la Gruta Azul?" "No lo recomiendo." Respondió. Y luego viene la bomba más grande. El viaje de Positano a Capri no es de 2 horas. Son 3 horas. Está bien, pienso para mí mismo. No es gran cosa. Solo una parte importante del viaje, cancelada con la misma indiferencia simplista que Stalin podría haber exhibido al condenar a un enemigo político a una vida de trabajos forzados. Entonces, ahora estoy empezando a enojarme. Ya es tarde. Nuestro tiempo en Capri ya se redujo de 4 horas a dos, y el tiempo corre. Cuando entramos en el puerto, no se parece en nada al puerto que recuerdo de mi primer viaje allí, 7 años antes. ¡Por supuesto! Me doy cuenta en una repentina epifanía. Nos acercábamos a la isla desde el norte, dándonos acceso a un lado completamente diferente. Desafortunadamente, las partes más interesantes de Capri, incluido el gran puerto y los autobuses hasta la cima, solo son accesibles desde el sur. En esta parte de la isla, hay poco más que un puñado de pizzerías, cafés gilato y tiendas de regalos. Cuando me doy cuenta de que mis invitados ahora no podrán ver nada de lo que les había prometido, Carlo una vez más se dirige a la parte delantera del barco. "¿Qué estás planeando para nuestro almuerzo?" Dice en un tono bajo. "¿Tu almuerzo?" digo, mientras un escalofrío me recorre la columna vertebral. "Qué quieres decir." "El almuerzo para mí y mi tripulación", dice casualmente. "Ninguna cosa." Respondo. Inmediatamente me vino a la mente nuestra conversación de WhatsApp, donde le pregunté específicamente qué llevar a bordo, seguido de su respuesta: "lo que quieras". "Está bien", respondió, desinflándose como una pelota de playa de gran tamaño cortada con un cuchillo de sushi. "Solo comeremos", hizo una pausa. "Fruta." "Está bien, Carlo", le digo, mientras mi débil sensibilidad estadounidense ahoga mi sentido común en gotas de culpa. Vendrás a almorzar con nosotros. "Excelente", vuelve a inflar la pelota de playa. "Hay un lugar maravilloso en la costa, conozco al dueño, no es caro. Y si comemos allí, el taxi acuático es gratis". "Genial", respondo con un suspiro. "Y el taxi acuático está retrasado ahora", continúa. "Así que tal vez, no nos apresuremos. ¡Abrimos otra botella de vino!" Derecha. Otra botella de vino. mi vino El vino que trajimos. Bueno, Carlo me recuperó por esa pequeña quemadura. Él y su novia almorzaron. Pidieron aperitivos, para todos. Se dieron el gusto con uno de los artículos más caros del menú, pulpo a la parrilla, y no fueron demasiado tímidos para pedir un buen vino tinto para acompañar sus tentáculos cocinados a fuego lento. El almuerzo, a un precio razonable, costó 500 euros para 12 personas. Carlo y su 'compañero', que tenían una de las paletas más refinadas dentro de nuestro grupo, representaron al menos el 20% de la factura. “¡He estado en este restaurante 10 veces esta temporada!” Lo escuché exclamar a uno de los otros invitados mientras me sentía mareado por la cuenta. Pero bueno, al menos el taxi acuático de 10 euros era gratis. Después de que nuestro almuerzo caro finalmente terminó, teníamos alrededor de media hora para pasear por la isla. Afortunadamente, era la parte equivocada de la isla y no había mucho que ver. No llegué a este hecho por mi cuenta. Cuando Carlo me vio mirando nerviosamente mi reloj, dijo, en palabras que nunca olvidaré. “Solo hay playa y tiendas. No hay nada que ver aquí." Si me hubiera dicho esto el día anterior, habríamos cancelado el viaje. Mis invitados regresaron al bote de Carlo después de aproximadamente media hora de examinar las tiendas de regalos. Me quedé atrás para esperar el segundo bote. De regreso al muelle, paso junto a Carlo, a quien niego fumando cigarrillos con su novia, digiriendo felizmente el pulpo que le compré. Tengo la sensación de que estoy en un programa de televisión con cámara oculta, solo que no hay un presentador vestido de forma llamativa que me haga sentir mejor. Mientras estaba allí sentado, solo en el muelle, esperando el barco, contemplando todos los fracasos personales y las fallas que me llevaron a este punto de mi vida, aparece Carlo, con su novia en la punta del pie, y la mirada de disgusto se extiende sobre su bien. -cara bronceada. "Alex", se ríe sin alegría. “¡Me paro y te espero durante media hora! ¿Por qué no me dices que vas a volver? “Pasé junto a ti y dije que regresaría al bote, hace diez minutos”. Respondí. “Y no podías haber esperado media hora porque media hora estaba pagando el almuerzo. ¿Cuánto dinero más debo pagarte ahora para mejorar esto?” Empiezo a alcanzar dramáticamente mi billetera, pero sé que está vacía. "Está bien, está bien", se ríe.

MARAVILLOSO!!!! Carlo es un patrón ENCANTADOR, su barco es perfecto. Un verdadero SUEÑO visitar la costa de Almafitain con mi familia y Carlo.

Fantástica experiencia. vota 10 por todo

fue una aventura maravillosa..carlo y muy paciente acogedor y sobre todo compañia..lo pasamos muy bien excelente persona y un barco excelente en todos los aspectos..realmente recomiendo a todos probar porque vale la pena créanme... PARTE SUPERIOR...

Disfrutamos del viaje en barco con Carlo. Todo era perfecto. Su catamarán es muy acogedor. Carlo es un navegante muy experimentado. Estaré encantado de unirme a su equipo la próxima vez. Gracias.

Barco en buenas condiciones, suficiente limpieza de la habitación. En la noche del abordaje, no hay bienvenida a bordo. Escasa voluntad del capitán de cooperar. En más de una circunstancia, nada menos que comportamiento embarazoso.